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Tortura
Europa urge a España a abolir el uso de contenciones mecánicas en las prisiones y a investigar los casos de torturas
El Comité para la Prevención de la Tortura del Consejo de Europa ha afeado a España que en sus cárceles se siguen dando casos de malos tratos y torturas, que la Policía Nacional sigue empleando la tortura como método para conseguir confesiones y que, aunque tienen constancia en que ha disminuido su uso, aún se utilizan en las cárceles las contenciones mecánicas y esta práctica debe abolirse.
La institución europea ha calificado así la respuesta del Estado español ante la práctica de torturas y malos tratos en su Informe general número 31, publicado hoy y que analiza la información conseguida sobre este tema en los países europeos entre el 1 de enero y el 31 de diciembre de 2021. Lo hace pocas semanas después de que el Gobierno catalán, el único con competencias penitenciarias y también el único que había regulado la limitación en el uso de las contenciones mecánicas, haya echado para atrás esta limitación.
En su informe, el Comité para a Prevención de la Tortura (CPT) insta a las autoridades españolas a actuar con determinación prevenir los malos tratos en prisión y garantizar que los casos de presuntos malos tratos son investigados de manera efectiva, y propone una serie de medidas para mejorar el tratamiento de los reclusos, en particular de los reclusos vulnerables, y de los pacientes recluidos en los dos hospitales penitenciarios psiquiátricos. También reclama que España tome medidas para hacer frente a los malos tratos por agentes de policía.
El comité explica que, durante las visitas realizadas a España en el pasado año, la mayoría de personas con las que se entrevistó afirmaron haber sido tratadas de forma correcta por los funcionarios policiales pero que, aún así, recibieron un número importante de denuncias en sentido contrario, sobre todo de malos tratos perpetrados por agentes de la Policía Nacional. Estos malos tratos consistieron en bofetadas, puñetazos y patadas en cuerpo y cabeza, además del uso de su porra u otros objetos, supuestamente con el objeto de obligar a estas personas a proporcionar información o confesar delitos. Desde el comité destacan la importancia de la supervisión de las actuaciones policiales y de la formación de los agentes.
El informe también destaca las denuncias recibidas sobre malos tratos en las cárceles de hombres por parte de funcionarios penitenciarios que consistieron principalmente en bofetadas en la cabeza y el cuerpo, puñetazos, patadas y golpes con bastones, varias de ellas respaldadas por informes médicos. La organización europea resalta que algunas personas presas han denunciado haber sido víctimas de falaka, un método de tortura consistente en golpear las plantas de los pies. “Los malos tratos parecen ser una medida desproporcionada y punitiva reacción al comportamiento recalcitrante de los reclusos”, señala el informe. “Se requiere abordar ese comportamiento con una supervisión más rigurosa por parte de la gerencia, mejorar la capacitación del personal en el uso de técnicas de control, contención y desescalada, y documentar de forma precisa y notificar toda denuncia de malos tratos a las autoridades judiciales competentes”, reclama el CPT.
“Se requiere abordar ese comportamiento con una supervisión más rigurosa por parte de la gerencia, mejorar la capacitación del personal en el uso de técnicas de control, contención y desescalada, y documentar de forma precisa y notificar toda denuncia de malos tratos a las autoridades judiciales competentes”, reclama el CPT
En cuanto a la cuestión que las contenciones mecánicas, el informe del CPT destaca el “considerable progreso realizado en todos los centros penitenciarios de España en la reducción tanto del número como de la duración de las aplicaciones de la medida”. Sin embargo, la institución recuerda que el objetivo sigue siendo la abolición de esta medida en prisión. “Mientras tanto, deberían adoptarse salvaguardias aún más estrictas, como reducir aún más su duración, mejorar la supervisión de la medida, poniendo fin a la fijación para los enfermos mentales y para las personas que se autolesionan”, explica el resumen del informe.
Con respecto a las mujeres reclusas, el informe pide un enfoque específico de género teniendo que tenga en cuenta las necesidades de las mujeres y afirma que se necesita desarrollar actividades para estas no estereotipadas, adoptar una política para prevenir y reducir los actos de autolesión de mujeres y para asegurar que tales actos sean siempre tratados desde un punto de vista terapéutico.
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La cárcel: mujeres en un mundo de hombres
La enfermedad mental en las prisiones
El CPT ha sido especialmente crítico en su informe con las condiciones de vida que hay en los dos únicos hospitales psiquiátricos que hay en España, en Sevilla y Foncalent (Alicante). Considera que, en contra de cómo se organizan estos dos centros en la actualidad, deberían estar separados institucional y funcionalmente del sistema penitenciario para quedar bajo la responsabilidad del sistema de salud. También que los reclusos con enfermedades mentales deben tener un tratamiento personalizado que no dependa tanto de los fármacos.
“El diseño carcelario y el entorno austero de estos centros no conducen a un enfoque verdaderamente terapéutico”, señala el informe del CPT, que destaca también las denuncias de malos tratos por parte de reclusos de estos centros, el uso de contenciones mecánicas y periodos de aislamiento de hasta cuatro meses sin garantías legales.
En cuanto a los centros de menores, el informe apunta al Centro de Internamiento de Menores La Marchenilla, en Algeciras, donde este organismo denuncia que hay menores que han sido sometidos a contenciones mecánicas y a inyecciones de tranquilizantes a la fuerza.
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Derechos humanos Bates en tres comisarías y 21 casos de malos tratos bajo custodia: el informe que cuestiona la política de cárceles
Tortura
Las correas cortas
No hay datos, no se informa, y no escuchamos a los afectados porque aún nos acecha en las costumbres la sombra de la psiquiatría decimonónica. No es la falta de protocolo lo que impide el control sobre la práctica de las correas de contención. Es la falta de voluntad para evitarlo, de un tomarse en serio a los pacientes.