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El Salto de Verano
Rutas B.B.B: buenas, bonitas, baratas
Nos hemos propuesto que cada uno de los siete territorios en los que hay un nodo del proyecto proponga una ruta o un destino para estas vacaciones. Los requisitos: que no salgan por un ojo de la cara, que no exploten zonas ya turistificadas y que no impliquen demasiado uso del coche.
1. rELAX Pero no tanto Ondarroa (BIZKAIA)
Coste mínimo>> bajo (50 euros / día y persona) // Coste ecológico >> Medio (uso moderado del coche) // Accesibilidad >> Alta (universal la mayor parte del viaje)
Entre Ondarroa y Mutriku, donde los turistas no acostumbran a llegar, se encuentra la playa de Saturrarán. Tiene lo que cualquier persona de la comarca desea: recoveco para que los niños jueguen con la bajamar a pescar quisquillas y cangrejos entre las rocas, un chiringuito con menú básico playero —ensaladas, pollo, patatas fritas, helado, cerveza fría— y una playa nudista escondida si subes por donde parece imposible subir y te abocas al mar abierto. A unos 150 metros caminando en llano, pasado el parking municipal (cuatro euros la jornada), hay un espartano camping apto para personas y familias sin aspavientos. Al lado del aparcamiento, hay una placa en recuerdo a las 107 presas republicanas y 48 niños que perdieron la vida en el reconvertido penal del balneario del pueblo durante la Guerra Civil —demolido en 1987—. Desde el monolito, arranca el paseo peatonal de 600 metros que conecta la playa de Saturrarán con la de Ondarroa, pueblo que recibe con un puente desde el que saltan los niños a la ría con la pleamar. La lejana Ondarroa puede convertirse en un gran plan para quien no desea otra cosa que aislarse, nadar, leer y entregarse a la vida contemplativa bajo una sombrilla. Y, si el aburrimiento o la inquietud cultural aprietan, en Mutriku ofrecen visitas guiadas a las impresionantes turbinas que generan energía mareomotriz y desde su puerto zarpa el barco que navega hasta Zumaia, con científico a bordo, para explicar los porqués del flysch —también conocido como la playa de Rocadragón, fortaleza Targaryen en Juego de Tronos—.
2. historia y verde, Los Cameros (La Rioja)
Coste económico >> Bajo (50 euros /día persona) // Coste ecológico >> Alto (mucho uso del coche). // Accesibilidad >> Media (algunas zonas no aptas)
Olvídate por un momento del vino y de su colorido paisaje de monocultivo. La Rioja también tiene monte, y la comarca de Cameros —situada en el centro sur de esta comunidad autónoma— es donde mejor se puede disfrutar de él. En cuanto perteneciente a la conocida como España vacía(da), no esperes en Cameros encontrar los servicios propios de los núcleos urbanos, si bien pueden suplirse estas carencias con unos atractivos naturales que se sobreponen al olvido institucional. En este sentido, cabe destacar que la tierra camerana está compuesta por dos valles que representan el día y la noche: el del Iregua, con sus lustrosos bosques de coníferas bendecidos por cascadas de agua, y el del Leza —parte de la Reserva de la Biosfera de La Rioja— cuyo paisaje destaca por una aridez sobrecogedora y la calidad de los cielos para la observación astronómica.
Recorriéndola, notarás la influencia de los seres humanos a lo largo de los siglos, y aún milenios, lo que podrás corroborar visitando los restos que ha dejado su ajetreada historia, desde la fortaleza musulmana de Viguera —gobernada por una familia hispana conversa que, sin embargo, propició la construcción de templos de culto cristiano en la zona— al pantano de Ortigosa, inaugurado en tiempos de la República por unas gentes que estaban lejos de pensar que pronto sobrevendría la tragedia de la guerra, pasando por múltiples recuerdos ligados a la expansión del tráfico lanar. Cameros ofrece lo que promete: singularidad, variedad y diversidad.
3. paseo al borde del mar. Camino de los Faros (Coruña)
Coste económico >> Bajo si se duerme en tienda de campaña. Moderado si se duerme en hoteles // Coste ecológico >> Medio (solo necesitamos el coche para llegar hasta el inicio de la ruta) // Accesibilidad >> Media
Cuando se habla de viajar a Galicia, casi siempre se hace pensando en el famoso (y sobresaturado) Camino de Santiago. Pero Galicia, tierra de naturaleza viva (aunque se empeñen en intentar acabar con ella) y de leyendas de seres y espíritus, tiene mucho más que ofrecer que su ruta más conocida. De Malpica a Finisterre, al norte de la provincia de A Coruña se encuentra el Camino dos Faros, un paseo de 200 km —que no hace falta hacer de una sentada— que tiene tres protagonistas fundamentales: el mar, la calma y los faros que le dan nombre. La ruta está dividida en etapas de 20 km aproximadamente (unas siete horas de caminata por etapa) y cada una es de una belleza difícil de igualar. El contraste entre el blanco de los faros, el verde de las montañas, la piedra que forman los acantilados por los que serpentea el camino y el azul del océano Atlántico es una estampa que hace que sea muy sencillo pensar que hemos acabado sin querer en un lugar remoto —aunque en verano sí que encontremos a algún paseante por aquí y por allá porque no caben todos en Compostela—. Se puede intentar dormir con tienda por el camino o hacerlo en los hoteles que hay en los pueblos que se encuentran entre etapas.
4. fiesta PARA RATO. Herbés (Castelló)
Coste económico >> Moderado // Coste ecológico >> Bajo. Hay autobuses desde Morella. // Accesibilidad >> Alta (universal la mayor parte del viaje)
En el litoral tradicionalmente confluyen las expectativas veraniegas de quienes buscan pasárselo bien en un ambiente festivo y relajado, y la suma ‘música + playa’ convoca a miles de personas anualmente en festivales, conciertos y verbenas. No obstante, los territorios costeros también tienen un interior por descubrir que, a pesar de encontrarse a hora y media del playerío, suele pasar desapercibido para muchas de las que viajan a la zona mediterránea de jarana y no se quitan de la cabeza el enfoque peninsular. No, en el País Valencià no solo hay playas. Un ejemplo es L’Aplec dels Ports, un evento que reúne a grupos de diferentes estilos musicales que actuarán en diversas franjas horarias durante tres jornadas festivas. Se trata de un encuentro que entiende que ni todo el ocio es nocturno, ni solo es para adultos, y en su programación incluye, además, actuaciones de circo, obras de teatro, exposiciones, charlas y talleres infantiles. Pero lo que distingue esta fiesta de otras que se celebran durante el estío es que no es un fin en sí misma, y cada año se organiza en un municipio distinto de la comarca que le da nombre al encuentro, Els Ports.
Este año es la localidad de Herbés la que acogerá el encuentro los días 26, 27 y 28 de julio. L’Aplec, que va por su XLI edición, mezcla cultura y fiesta, desde un enfoque crítico y en clave local y tiene el objetivo de dinamizar las poblaciones del interior de Castelló, que desde principios del siglo XX son víctimas de la despoblación. El ecosistema, especialmente, el avícola; los castillos y fortalezas históricas, como las de Morella; las construcciones de piedra en seco, y la gastronomía que va des de los típicos flaons hasta las trufas, son motivos para no dejar de visitar la comarca. Pero si además de experimentar nuevos paisajes, tu ocio veraniego-festivo favorece una iniciativa autogestionada, que busca nuevas vías para la repoblación rural de una zona afectada; además de disfrutar, lo harás de una forma responsable.
5. sendero serrano. Sierra de Madrid
Coste económico >> Moderado (Hasta cien euros /día persona) // Coste ecológico >> El coche se queda en casa// Accesibilidad >> Baja (pasos complicados)
Aunque Torrevieja tenga difícil perder el sobrenombre de playa de Madrid, los habitantes del centro peninsular tienen múltiples —y frescas— opciones para el verano cerca de sus hogares sin tener que invadir las costas mediterráneas. El GR-10, sendero que une Valencia con Lisboa, tiene en su tramo madrileño una de sus posibilidades más apetecibles. Comenzando en la antigua presa del Pontón de la Oliva, en la frontera entre Madrid y Guadalajara, y finalizando en San Martín de Valdeiglesias, ya en las faldas de la Sierra Oeste, en la frontera con Ávila, cruza casi todos los subsistemas de la sierra de Guadarrama. Bordea, por su vertiente sur, las sierra de La Cabrera, La Morcuera y la Cuerda Larga, para adentrarse en pleno Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama y bajar después de las alturas en El Escorial, rodeando la Sierra Oeste por Robledo de Chavela y el Pantano de San Juan. Una ruta de en torno a una semana andando y cerca de 200 km —el GR-10 tiene un recomendable ramal, el GR-10.1, por si se prefiere cruzar el frondoso Valle del Lozoya en vez de bordear la Cuerda Larga por el sur— para la que no hace falta billete de avión, algo que el planeta agradecerá. Con algún que otro dosmil, y llena de bosques y cursos de agua que servirán para escapar del calor estival, esta ruta tiene además lugares de memoria —el Penal de Bustarviejo y las ruinas de la posiciones republicanas y nacionales en torno al Alto del León y a Peguerinos, entre otras— e importantes conjuntos históricos —Patones de Arriba, Manzanares El Real y El Escorial— en el camino.
Gentes de la Castilla central: si elegís esta opción, en Torrevieja os lo agradecerán.
6. MARCA ROMANA. Valle del Ambroz (Extremadura)
Iniciamos en Béjar, cuna de la sierra salmantina, y descendemos la frontera con Cáceres, donde se encuentra uno de los paisajes más idílicos de la bella Extremadura, el Valle del Ambroz. El sello romano es su carta de presentación. Es recomendable recorrer lugares como Hervás, donde su barrio judío lleno de callejuelas empedradas y sus riachuelos harán de la visita un recuerdo inolvidable. Hervás y Aldeanueva del Camino comparten el castañar galaico más meridional de España, por el que transitan varias rutas senderistas. También es interesante el recorrido de los Bosques del Ambroz, bañados por diversos ríos y con muchos campings alrededor. A unos cinco kilómetros se encuentra Baños de Montemayor, conocido por su imponente balneario romano en el que se ofrecen todo tipo de tratamientos. Del 8 al 11 de agosto algunas obras del Festival de teatro clásico de Mérida se pueden ver en la ciudad romana de Cáparra, a unos 20 kilómetros. Su escenario es un arco romano muy bien conservado, la llamada Vía de la plata. No muy alejada se encuentra la gran ciudad de Plasencia. En su gastronomía es típico el pimentón de la vera y el pimiento. Las setas y el queso de cabra, además del Zorongollo —ensalada típica de tomates y pimientos asados bañados en sus propios jugos— forman también parte de la tradición culinaria local. El caldo de la tierra es el vino de Pitarra.
7. ruta del sur. Sevilla y Cádiz
Coste económico >> Bajo. 50 euros // Coste ecológico >> Bajo (el coche se queda en el garaje). // Accesibilidad >> Alta (accesibilidad universal en la mayor parte del viaje)
Con la que nos está cayendo por los sures con la avalancha turística, no está la cosa —como comprenderéis— para proponer una ruta vendiendo aún más las maravillas de nuestra tierra. Así que nuestra ruta va a tener algunas condiciones autoimpuestas. Regla número 1: apostar por el decrecimiento turístico. Si nos atenemos estrictamente a esto, nuestra ruta se resumiría en “no vengáis” pero se nos iba a quedar la sección un poco escueta, así que vamos a intentar plantear una ruta que no contribuya a la saturación turística y que las visitas se organicen y se practiquen de una forma y a una escala diferentes. Regla número 2: esto no va de desvelar los escasos paraísos y rincones guiris&mesetarians-free que nos quedan por estos lares, aunque tampoco queremos pecar de poco hospitalarias y proponer la ruta del polvorón por la campiña sevillana en plena canícula. La autenticidad nos la guardamos para nosotras porque si no la rompéis. Regla número 3: queremos una ruta inclusiva que sea apta para todo tipo de capacidades, intereses y bolsillos.
Vamos a proponer una ruta mixta que combina turismo urbano y playa y os vamos a mandar de Sevilla a Cádiz. Suponemos que habéis amanecido en Sevilla, os levantáis de donde quiera que estéis (salvo que sea un AirBnb, entonces dejad de leer esto e iros a azotaros como penitencia). Las horas de fresquito antes de que empieza la calor son esenciales para aprovechar y realizar paseos más largos. 9.00 am: nos lanzamos de paseo por la ribera del Guadalquivir fake, bajamos por el puente de la Barqueta para ir andando hasta el Parque de San Jerónimo, donde podemos visitar sus huertos vecinales a la vez que escupimos en ese monumento al mal gusto y al desfase institucional llamado popularmente “el Huevo de Colón”, regalado en 1995 por la ciudad de Moscú a la ciudad de Sevilla con motivo de la Expo. Si, la de 1992.
9.45 am: en el paseo de vuelta podemos parar en cualquier bar anónimo para desayunar. Por suerte, en Sevilla es raro el bar donde no se desayune bien y barato: café, zumo de naranja y entera con aceite y tomate, entre 3 y 4 euros. Si nos va la marcha y el pringue, podemos acercarnos al puesto de calentitos (AKA churros) que hay frente al Arco de la Macarena y darnos un homenaje de masa frita sentados en el bar de al lado, Casa Manolo, con un café reparador. 10.30 am: el chute cultural. Si aún nos hemos quedado con ganas de río y jardines, podemos acercarnos al Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (Isla de La Cartuja), o si queremos una pildorita de centro monumental nos asomamos al Museo de Bellas Artes (Plaza del Museo). No nos liamos mucho que a las 11.16 am cogemos el tren rumbo a Cádiz. Bueno, en realidad vamos a bajarnos en el Puerto de Santa María. Podéis aprovechar el trayecto para empaparos de la idiosincrasia sevillana con la novela de Rancio Sevillano, El asesino de la regañá, o para ambientaros en el tema de la costa y la gentrificación, con Las niñas de Cádiz de David Monthiel.
A las 12.20 pm llegamos al Puerto donde podemos hacer la ruta de las bodegas y pasear por la ribera del Guadalete. A las 13.30 pm cogemos el catamarán destino Cádiz (no os creáis que esto es de guiris, es muy práctico para moverse por la Bahía de Cádiz y la mar de bonito). Sobre las 14.00 pm llegamos a Cádiz-Cádiz (AKA Cádiz centro), podremos observar las hordas de turistas vomitados por los grandes cruceros y hacer todo lo posible por esquivarlos. Lo mejor es callejear por el centro y poner rumbo al barrio de la Viña. Pasamos por el freidor (calle de la Rosa, 27) y nos hacemos con unos cartuchos de pescao frito y un refrigerio. Lo suyo es colocar unas toallas y una sombrilla en la Caleta y hacer un picnic playero que se culmina con una siesta reparadora y un bañito cuando hayamos hecho la digestión.
16.30 pm: Nos subimos a tomar un café al bar que domina la Caleta mientras contemplamos el Castillo de San Sebastián y nos dirigimos a la estación dando un paseo por el Parque Genovés y la Alameda Apodaca. 17.40 pm: cogemos el tren de vuelta y nos terminamos el libro seleccionado. A las 19.20 pm volvemos a Sevilla la llana y vamos a pegarnos otro paseíto, podemos elegir entre descargarnos algunas de las propuestas de los “paseos de Jane” locales y reconstruirla libremente con ayuda de las crónicas y los mapas. También podéis disfrutar de la biodiversidad de la flora urbana sevillana tirando de móvil y de gardenatlas.net. Imprescindible auriculares para redondear esta experiencia ecológica, cultural y musical. A las 21.00 pm nos vamos a cenar a la Macarena. ¡Warning! Os proponemos algunos bares de la Macarena latina pero está expresamente prohibido acudir a los barrios con espíritu de explorador de la pobreza y la precariedad como el que va de exótico safari. A conocer los barrios obreros se va con el respeto puesto de casa. Os proponemos varias opciones: El Arepazo, en la calle Otoño, 1. Festival de comida venezolana sin pamplinas o Mi Negro y yo, en la calle Doctor Jaime Marcos. Si no tenéis cuidado, aquí las sobremesas se estiran etílicamente sin darse ni cuenta. Sin salir del 41009 tenemos La bodeguita de en medio, comida cubana sin mucha variedad y unos mojitos estupendos. La hora de recogida la dejamos a vuestro libre albedrío según lo bien que hayáis sabido establecer redes en el barrio.
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