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El Salto
Violencias machistas
El primer trimestre de 2017 ha comenzado con el mayor número de mujeres asesinadas de los últimos diez años en el Estado español.
Una ley insuficiente desde múltiples aspectos y un sistema que, desde todas sus aristas, naturaliza las violencias contra las mujeres. La punta del iceberg son los asesinatos, pero las dimensiones de la violencia de género van desde lo cultural hasta lo económico o lo social. Se alimentan de la desigualdad.
El primer trimestre de 2017 ha comenzado con el mayor número de mujeres asesinadas de los últimos diez años en el Estado español. La cifras, sin embargo, no recogen todos los casos, la ley de 2004 solo incluye como violencia de género los casos de asesinato y agresiones en el marco de la pareja y la expareja. Fuera quedan, hasta que se lleva cabo la reforma propuesta, el resto de mujeres.
Feministas y distintos sectores sociales se manifiestan, buscan apoyos, llaman a la movilizacion social, al pacto de Estado, a la huelga de mujeres, visibilizan las agresiones en las fiestas y hablan de autodefensa. Se preguntan, debaten, indagan en las causas. ¿Es que ahora el patriarcado es más fuerte o será que está en descomposición y los hombres cada vez ven más amenazados sus roles tradicionales y es su forma de contraatacar?
¿Cómo implicar a toda la sociedad en la lucha contra las violencias machistas? ¿Cómo tejer lazos con otros lugares del mundo donde ocurre lo mismo? La clase política, reactiva como el Guadiana, se deshace en declaraciones, condenas, rechazos y minutos de silencio que se convierten en papel mojado a golpe de recorte y de falta de valentía. Desde que gobierna Rajoy los presupuestos destinados a actuaciones para la prevención integral contra la violencia de género han disminuido un 29%.
Los medios, salvo claras excepciones, cada vez son más permeables al trabajo que miles de feministas realizan desde diferentes rincones y sectores.
Es frecuente encontrar titulares que hablan de mujeres que son asesinadas y no halladas muertas. Noticias que escapan del sensacionalismo, la banalización o el titular llamativo que busca un clic rápido en internet. Preguntarnos por nuestra responsabilidad social es un imperativo, al igual que acompañar el cambio y apostar por un enfoque transversal que aplique la perspectiva de género no solo en las secciones que hablan de violencia o agresiones, sino que permee en cada página a través de la selección de datos, imágenes o fuentes. Apostar por una comunicación que empodere y que ayude al cambio. O como dicen las feministas, que agite.