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Precariedad laboral
Las trabajadoras de las conserveras van a la huelga por los bajos salarios, la alta precariedad y la brecha de género
Hartas de ser las personas “peor pagadas de la industria alimentaria”, las trabajadoras de las conserveras de pescado “han dicho basta” y se lanzan a la huelga. En concreto, CO OO, UGT y el sindicato gallego CIG han convocado jornadas de paro el 21 de enero y el 3 y 4 de febrero.
Las reclamaciones no son nuevas. Ya el pasado 18 de diciembre, una gran manifestación recorrió las calles de Vilagarcía de Arousa, en Galicia. Lo mismo había ocurrido un mes antes en Santoña, en Cantabria. En el País Vasco, las reclamaciones de un convenio justo y no discriminatorio culminaban el 30 de noviembre con una huelga masiva en las conserveras de Bizkaia.
Hartas de ser las personas “peor pagadas de la industria alimentaria”, las trabajadoras de las conserveras de pescado “han dicho basta” y se lanzan a la huelga
La convocatoria de estas tres jornadas de movilizaciones se produce después de que fracasaran las negociaciones con la patronal. Según CC OO, la propuesta de los empresarios no garantizaba la actualización salarial en función del IPC real. “Desde CC OO no lo vamos a tolerar. Las personas trabajadoras están decididas a luchar por un convenio digno. Un convenio que no sea el de la vergüenza y el sonrojo”, señalan.
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En Galicia, el sindicato CIG ha movilizado a los trabajadores en las principales instalaciones conserveras —Vilagarcía, O Grove, Vigo, Carballo o Ribeira— tras la fallida reunión con la patronal y su propuesta de incremento salarial “insoportable e intolerable”. Desde este sindicato, mayoritario en Galicia, se niegan a firmar un convenio que fije un aumento salarial por debajo del IPC real “porque no pueden ser los trabajadores los que asumen pérdida de poder adquisitivo mientras las empresas del sector aumentan las ganancias al aumentar las ventas”.
Juan Manuel Vietes, secretario general de la Asociación Nacional de Fabricantes de Conservas (Anfaco), sentenció que las protestas de los trabajadores “no son nada fuera de lo normal”. En efecto, las demandas de la plantilla de las conserveras viene de lejos y va mucho más allá de una subida salarial.
La brecha de género
Una de las reivindicaciones más extendidas es acabar con la brecha de género enquistada en el sector de las conservas de pescado. “Su trabajo está infravalorado por el único hecho de que lo realizan ellas y no ellos”, dicen desde CC OO. “Hay que acabar con este convenio machista que paga más y mejor al ordenanza (su trabajo es hacer recados) que a la maestra de producción”, apuntan.
Según un estudio sobre la industria de las conservadas de pescado realizado por la socióloga de la Federación de Industria de CC OO Eva Perujuániz “son las mujeres las que sufren las peores condiciones”. La discriminación está presente en todas las etapas de la vida laboral, desde la selección a la contratación, desde la formación a la promoción dentro de las propias empresas, denuncia el informe. La brecha salarial entre hombres y mujeres es de un 29,7%, detalla.
Como ejemplo, Perujuániz señala el salario de una maestra de fabricación, uno de los trabajos más cualificados y que recaen mayoritariamente en mujeres, que es de 8,3 euros por hora. Mientras, el mismo convenio asigna un salario de 9 euros por hora al conserje, un trabajo “sin especial responsabilidad” realizado casi en exclusiva por hombres.
“Cuando alguien comienza a trabajar se le adjudica un puesto de trabajo en función de su sexo” y este determina el salario que le corresponde: todas las personas que cobran más de mil euros al mes son hombres
Otro de los puntos en los que se basa esta brecha salarial son los complementos y los pluses que se adjudican “con un criterio no demasiado objetivo y del que mayoritariamente se ven beneficiados los puestos y categorías fundamentalmente ocupadas por hombres”, según este informe, lanzado en el marco de la campaña #PescarDerechos. En el caso del plus de productividad, quienes más lo cobran son los puestos de mantenimiento, de almacén, todos ocupados mayoritariamente por hombres. Según afirmó Perujuániz en la presentación del informe en febrero de 2021, “cuando alguien comienza a trabajar se le adjudica un puesto de trabajo en función de su sexo” y este determina el salario que le corresponde: todas las personas que cobran más de mil euros al mes son hombres, a pesar de que todos los puestos de responsabilidad y que sostienen la producción están en manos de las mujeres. “Resulta alarmante y vejatorio que una maestra de fabricación cobre sobre salario base un 13% menos que un maestro de oficios varios, un 22,5% menos que un almacenero del personal subalterno, o un 9% menos que un ordenanza, conserje o vigilante”, denuncia el informe.
Además de un salario menor, las conserveras acceden a contratos más precarios por sistema. De las 28.100 personas que trabajan en el sector, sobre todo en el País Valencià, Catalunya, Andalucía, País Vasco, Galicia y Asturias, el 60% son mujeres y les corresponden el 71,4% de los contratos temporales y el 77% de los contratos a tiempo parcial, según el informe. Las mujeres con contrato fijo representan el 51,7%, mientras que la media total en el sector se encuentra en el 72%.
La discriminación se ve hasta en los puestos de dirección: según el estudio solo el 14,8% de las personas que ocupan una dirección o una gerencia son mujeres cuando en el conjunto de la industria alimentaria esa cifra sube a un 30%.
“La patronal solo propone congelación salarial y pérdida de poder adquisitivo” en un sector donde los sueldos de las trabajadoras no alcanzan los mil euros, con altas tasas de temporalidad e inestabilidad en el empleo
El hecho de que el sector conservero esté feminizado —con una presencia de un 60% de mujeres frente a la media del 38% en la industria alimentaria— tiene consecuencias en las condiciones generales de todos los trabajadores: “Los hombres y mujeres del sector tienen unas condiciones precarias e inferiores a las del resto de personas trabajadoras del sector manufacturero de la propia industria de alimentación y bebidas. Una de las principales razones es el hecho mismo de ser un sector feminizado, y por tanto, el valor del trabajo está infravalorado”, concluye el estudio.
El precedente de Bizkaia
Las tres jornadas de huelga vienen precedidas por la huelga del sector de conservas y salazones de Bizkaia que tuvo lugar el 30 de noviembre. El paro, convocado por ELA, LAB, CC OO y UGT se produjo tras siete meses y siete reuniones con la patronal para intentar destrabar las negociaciones. Según sostienen desde el sindicato ELA, “la patronal solo propone congelación salarial y pérdida de poder adquisitivo” en un sector donde los sueldos de las trabajadoras no alcanzan los mil euros, con altas tasas de temporalidad e inestabilidad en el empleo.
“Las trabajadoras de Conservas, que fueron catalogadas como sector esencial durante la pandemia y que históricamente sus sueldos han sido tratados como el complemento al del marido por los empresarios, sufren de condiciones laborales de miseria”, señalaron entonces. Aquel 30 de noviembre, el seguimiento de la huelga en las plantas de Bizkaia fue “total”, según ELA. Desde este sindicato exigen un salario mínimo de 1.200 euros y la jornada de 35 horas semanales entre otras medidas que garanticen posibilidades de conciliación y medidas para garantizar la salud de las trabajadoras en unas tareas que a menudo requieren mucho esfuerzo físico y una alta exposición a diversas enfermedades, desde problemas musculares y lumbalgias a reuma o estrés.
Según cuenta a El Salto Aritz Huidobro, responsable de ELA en el sector de las conservas de pescado, las trabajadoras de Bizkaia se rigen por el convenio provincial, “algo mejor que el estatal”, por lo que no se suman a las movilizaciones convocadas por CC OO, UGT y CIG, pero manda un mensaje de solidaridad con sus luchas. “Esperamos que la huelga del 30 de noviembre haya servido como efecto contagio o como inspiración”, dice. Una huelga, continúa, que “ha conseguido que la patronal se mueva”, aunque de una forma “insuficiente”. Las trabajadoras de las conserveras de Bizkaia, sostiene, “necesitan un salto grande en los salarios, no una subida de 40 euros al mes, sino algo que les sirva para vivir dignamente”. El jueves retoman la mesa de negociación y ya estudian con otros sindicatos futuras acciones de presión.