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Gran Bretaña
Fin de fiesta: Boris Johnson dimite y abre la carrera para la sucesión en el Partido Conservador
Los escándalos terminaron al fin con Boris Johnson. La BBC informaba esta mañana que el primer ministro presentará hoy su renuncia por la presión de su propio Gobierno. En este momento solo queda saber cuándo se producirá la salida efectiva del premier de Downing Street: el quiere estirarla hasta otoño para llegar al Congreso de su partido, pero miembros de la bancada torie y del arco político británico quieren que se produzca inmediatamente.
La dimisión de Johnson viene precedida de una cascada de dimisiones de 50 altos cargos, entre ellos la del ministro de Sanidad, Sajid Javid, y el ministro de Exteriores Rishi Sunak. Ambos dignatarios habían presentado sus respectivas cartas de dimisión en las que señalaban la incompetencia del Gobierno. Aunque en sus mensajes difundidos por Twitter ninguno de los dos ministros mencionaba las fiestas en Downing Street en pleno confinamiento y otros casos de abusos sexuales, la acumulación de escándalos había deteriorado seriamente la imagen pública del Gobierno. El ministro de Vivienda, Michael Gove, también perdió su puesto: Johnson lo expulsó después de que este antiguo aliado pidiera la dimisión del primer ministro.
Esta mañana la ola de dimisiones se amplificaba y llegaba a la secretaria de Estado de Educación, Michelle Donelan, al ministro británico para Irlanda del Norte, Brandon Lewis, y al ministro de Tecnología y Economía Digital, Chris Philp. “Me entristece profundamente que haya llegado a esto, pero el primer ministro debería renunciar dado que la confianza pública y parlamentaria claramente se ha ido, y dada la importancia de la integridad en la vida pública”, decía en una carta Philp.
Hasta hoy, Johnson había conseguido contener la rebelión en el Partido Conservador. El 6 de junio, el 41% de los diputados tories votaron por la dimisión del primer ministro por el ‘partygate’. Ese día, Johnson superó la moción de confianza con 211 votos a favor y 148 en contra, pero la presión dentro de su propio partido fue a más.
Zombi durante un mes
Johnson, que participó la semana pasada en la cumbre de la OTAN de Madrid en lo que ha sido su último acto significativo como premier, ha pasado un mes y medio en la cuerda floja después de que la funcionaria Sue Gray entregase su informe sobre las juergas que el primer ministro Boris Johnson se corrió durante el lock-down derivado de la pandemia.
Pese a que inicialmente el informe que desencadenó la votación del 6 de junio no apuntaba directamente a Johnson y se recibió con cierto alivio por parte de su Gabinete —aunque referenciaba conductas como el desdén y maltrato hacia el personal de limpieza, “peleas de borrachos” o lanzamiento de vino a la pared— el escándalo del “partygate” ha acabado con la carrera política del encargado de pilotar el Brexit y protagonista más excesivos los años más convulsos de la política británica desde el final del Thatcherismo.
Como en el caso de Theresa May, que superó en diciembre 2018 una moción de censura provocada por su dubitativa gestión del Brexit pero dimitió solo tres meses después, el último mes solo ha servido para poner los remaches en el ataúd político de Johnson. El ya exprimer ministro ha volcado su acción política en enarbolar un discurso beligerante de apoyo a Ucrania, y se ha convertido —se interpreta que para tapar sus escándalos en Reino Unido— en el líder mundial más proclive al envío de armas pesadas al Gobierno de Zelensky.
Esta última etapa cierra un periodo caótico de la historia de Reino Unido, del que Johnson no es el único responsable. La consecución del Brexit —el 1 de febrero de 2020— ha estado marcada por un “ensordecedor silencio” en cuanto a sus consecuencias económicas para Reino Unido, según la descripción de Financial Times. Las largas colas de camiones en los puertos que conectan Inglaterra con Francia es la descripción gráfica de la crisis en la que ha entrado Reino Unido, agravada por la pandemia y el aumento de la inflación. En 2022, se espera que el crecimiento de Reino Unido sea el más bajo de todas las economías del G20. Una encuesta de finales de 2021 reflejaba que el 44% de los ciudadanos británicos piensan que el Brexit ha afectado a la economía del país, más del doble de los que opinan que la salida de la UE ha sido beneficiosa en términos económicos.
La crisis económica no ha sido la causa directa del cese obligado de Johnson, pero la imagen de un primer ministro organizando fiestas casposas en medio de una encrucijada histórica para el país ha sido definitiva para la salida del polémico exalcalde de Londres, un “clown” de alta alcurnia cuyo legado será pronto borrado por el tiempo.
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