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Explotación laboral
El feminismo de Huelva exige respeto hacia las temporeras que denunciaron los abusos
Los colectivos feministas de Huelva han enviado un comunicado de prensa pidiendo una investigación detallada de los abusos en la temporada de la fresa.
El movimiento feminista de Huelva ha publicado hoy, 12 de junio, un comunicado en el que exigen la actuación de oficio de las condiciones de trabajo y alojamiento de las temporeras de la fresa, ante las denuncias de abusos laborales y agresiones sexuales que se están produciendo en los campos de Huelva.
Los colectivos feministas piden que se investiguen detalladamente todos los casos, dada la especial vulnerabilidad de estas trabajadoras, ya que “la mayoría de ellas desconoce prácticamente nuestro idioma y además realiza su trabajo en fincas de difícil acceso”.
Según destaca el medio local La Mar de Onuba, los colectivos feministas han pedido asimismo un tratamiento informativo respetuoso hacia las temporeras, especialmente hacia aquellas que han denunciado su situación, por los peligros que acarrea tanto en España como en su país de origen, en la mayoría de los casos, Marruecos. Los medios, según el comunicado, han vuelto “a victimizarlas, perjudicándolas a la hora del retorno a sus países de origen”. El feminismo onubense pide que no se publiquen fotografías “a cara descubierta” ni se publiquen datos que las hagan reconocibles.
El comunicado, consensuado el 7 de junio en una reunión en el Instituto Andaluz de la Mujer, se une a la movilización por los derechos de las trabajadoras temporeras, después de que dos periodistas explicitasen los abusos que sufren y que el Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) evitara la expulsión de varios centenares de trabajadoras.
El próximos paso es una manifestación que el domingo 17 de junio recorrerá las calles de Huelva desde las 11h con el lema “Fresas sí pero con derechos”. La convocatoria del SAT reclama que se revise el sistema de contratación en origen que vinculan a los abusos desvelados en las últimas semanas. Además, “hace falta una revisión con perspectiva de género de la legislación laboral si realmente queremos acabar con la desigualdad en los tajos”, destaca este sindicato.
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Mientras escribo estas líneas, en los campos de fresa de Huelva continúan existiendo abusos sexuales y laborales a mujeres inmigrantes. Racismo, clasismo o machismo. Hay muchas formas de enfocar este tema y en ninguna podemos obviar la otra. Si no hubiera conocido la postura de Angela Davis y muchas otras feministas que nos han abierto el camino de la interseccionalidad, miraría la realidad preguntándome por qué el feminismo hegemónico o feminismo blanco no se ha posicionado con más dureza contra los abusos en los campos de fresa de huelva.
Víctimas de una triple discriminación, las trabajadoras de Huelva quedan indefensas en espacios de todos y de nadie. No sólo son víctimas por ser mujeres, sino que además son mujeres pobres y con una situación jurídica que favorece su vulnerabilidad. Han tenido que medir cada palabra, cada denuncia, cada protesta para no perder el «privilegio» de poder estar en España trabajando unos meses.
Se nos dice que en sus países no tienen voz, que son silenciadas. Sin embargo, cuando denuncian en Huelva abusos sexuales por parte de sus superiores, son montadas en un autobús para mandarlas a Marruecos antes de que puedan seguir con las denuncias. No sólo se ven en esta situación por ser mujeres, es que además son migrantes y son pobres. Es decir, no tienen alternativa, sólo una serie de circunstancias que las colocan en el ojo del huracán al intentar sobrevivir con dignidad.
Se nos dice que el único papel de la mujer en Marruecos es el de tener hijos y estar por su casa. Como cuenta Pastori Filigrana, las empresas en Huelva prefieren contratar a mujeres con hijos para asegurarse que al acabar la temporada vuelven a su »habitat natural», su Marruecos doméstico, esperando que el año que viene llegue la siguiente temporada y vuelvan a ser la mano de obra que necesitamos para nuestros campos.
Se nos dice que ahí son sumisas. Aquí escuchamos que este año han traído a las «putas»: Las que denuncian, las malas inmigrantes, las malas pobres. No deberían hablar porque de la gente como ellas no se esperan denuncias, se espera silencio. «Y si no te gusta, coges y te vas».
El patriarcado es un virus presente en todo el mundo, en todas las esferas y del que ninguna sociedad a día de hoy ha conseguido desprenderse. Tenemos que seguir siendo manada. Hermanas, os creo.
Las voces que gritan para denunciar la situación de la mujer en países de mayoría musulmana, parecen haber callado cuando la mujer que viene de esos países denuncia su situación en nuestro igualitario occidente. Que las calles se llenen exigiendo justicia en vuestros trabajos y sobre todo en vuestras vidas.
Míriam Hatibi