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El PP gallego es un cuerpo en estado de reposo interminable: en ausencia de movimiento, hay también ausencia de fricción. Pese a que pocos gallegos serán capaces de decir una única cosa que haya mejorado en esta década, buscar una única cosa que las confluencias hayan hecho bien es misión imposible.
PRIMERA LEY: PRINCIPIO DE LA INERCIA
Un cuerpo en estado de reposo o de movimiento constante no modifica su estado si no se aplica ninguna fuerza sobre él o si la resultante de las fuerzas que se le aplican es nula.
Estamos acostumbrados a imaginar al PP con la imagen que proyecta desde Madrid: una turba descerebrada de exaltados ultra, a cual más ignorante y metepatas, inmersos en una competición de improperios y disparates que parece no tener límite. El PP gallego no es así. Feijóo necesitaría tres vidas para decir las sandeces que Díaz Ayuso vierte en tres días. Es discreto y se expresa siempre de un modo comedido. Incluso cuando es maquiavélico lo hace con finura. Huye de las polémicas ideológicas en las que otros de sus compañeros gustan enfangarse y, en comparación con ellos, parece un estadista de la altura de Talleyrand. Tras este resultado, el día que quiera y como quiera deglutirá a Casado en un bocadito.
Construidos a su imagen, sus gobiernos los integran hombres y mujeres grises, callados, disciplinados, que vienen y van sin que seamos capaces de recordar sus nombres. Sin escándalos ni una palabra más alta que otra. También la TVG funciona así y en Galicia serían impensables los tertulianos freaks que pululaban por la Telemadrid de Aguirre. Aquí no quieren líos, evitan polémicas, gustan del folclore, los contenidos rurales y el humor blanco. Año tras año, nada se mueve, o si lo hace, es con un movimiento erosivo y lento, como el de las fuerzas de la naturaleza.
A pesar de haberle dado la mayoría absoluta en cuatro ocasiones, pocos gallegos serán capaces de decir una única cosa en la que su país haya mejorado en esta década. Ni una sola. Pero tampoco serán capaces de enumerar algo que haya empeorado sustancialmente. La labor del PP es como la vejez: miras hacia atrás y te ves más mayor, pero no has sido consciente del proceso. Cada año, la educación, un pouquiño peor. El medio ambiente, un pouquiño peor. Pero solo un pouquiño, algo imperceptible. Feijóo privatiza también la sanidad, y mucho, pero a cachitos pequeños, un pouquiño aquí, otro acá. Sus conmilitantes madrileños son más avariciosos e impacientes: quieren saquear todo a la mayor velocidad, que mañana todos calvos. En Galicia saben que lo que permanece es porque no cambia o cambia muy lentamente.
Tras este resultado, el día que quiera, y como quiera, Feijóo deglutirá a Casado en un bocadito
Como se deduce de la primera ley de Newton, en ausencia de movimiento hay también ausencia de fricción. Los adversarios políticos del PP encuentran dificultades para combatirlo porque no hay nunca conflictos muy claros ni cuestiones espinosas sobre las que se pueda hacer un caballo de batalla. Por eso, los años van transcurriendo con un parlamento entumecido por la invisibilidad a la que lo somete la prensa, sobornada con los millones con los que la sostiene la Xunta de Galicia, y por su propia incapacidad para encontrar ni una leve fisura en una estructura de poder muy sólida y una comprensión muy honda del carácter gallego.
Esto no quiere decir que no existan los conflictos. Y la sociedad gallega es mucho más combativa, organizada y vigilante de lo que translucen los resultados electorales y nada tiene que ver con las de otras comunidades gobernadas por el PP. Pero su carácter aguerrido no ha sido capaz de encontrar un reflejo fiel en las fuerzas de izquierda que tendrían que representarla, con la única excepción del BNG.
Feijóo miente mucho, constantemente. Pero no de ese modo burdo y bochornoso de Casado. Él miente manipulando los datos —o inventándoselos— de un modo que casi yo me atrevería a llamar llamar artístico-matemático. En unos meses en que la sociedad estaba soliviantada por el estado de la atención primaria, Feijóo se justificó en el Parlamento, ante una oposición incapaz de rebatirle una vez más, con que “había centros de salud que tenían de un día para otro hasta un 16% de bajas”. Se refería a un centro de las afueras de Vigo, en el que de 6 profesionales uno se había puesto enfermo. Ese era su 16%. Dan hasta casi ganas de aplaudir estas finezas.
Cuando en Galicia desde la izquierda decimos “¡qué listos son estos cabrones!” no nos referimos nunca a los nuestros sino a los del PP
Qué le vamos a hacer: es inteligente. Y, para empeorarlo más, se rodea de personas más inteligentes. Su equipo de comunicación, los que diseñan la política de imagen del PP despiertan hasta la admiración del adversario con materiales, eslóganes y campañas brillantes y sutiles. De hecho, confieso que uno de mis sueños inconfesables es pasar siquiera una tarde en una de esas reuniones que imagino llena de genios malignos impregnando el aire de terroríficas carcajadas. Tanto es así que cuando en Galicia desde la izquierda decimos “¡qué listos son estos cabrones!” no nos referimos nunca a los nuestros sino a los del PP.
SEGUNDA LEY: PRINCIPIO DE LA DINÁMICA
El cambio de movimiento es directamente proporcional a la fuerza que se imprime sobre un cuerpo.
Quiero decir con todo esto, en fin, que Feijóo y su PP gallego son adversarios formidables. Para moverlo, aún de su estado en reposo, se necesita de una fuerza descomunal que supere la enorme masa que le confiere su implantación municipal y la fuerza gravitatoria que ejerce sobre toda la sociedad gallega. Y esta fuerza, hoy, desde luego no está al alcance del PsdeG.
Si bien la Galicia de Feijóo es reconocible y casi se ha naturalizado como la única imaginable, el proyecto del PSdeG es desconocido
Este partido permanece también en un estado de reposo interminable, de carácter letárgico. Y se contenta simplemente con ser la marca gallega del PSOE estatal sin ser capaz de oponer un proyecto propio alternativo al proyecto del PP. Si bien la Galicia de Feijóo es reconocible y casi se ha naturalizado como la única imaginable, el proyecto del PSdeG es desconocido. Y tampoco tiene a nadie que lo encarne. Tras la pérdida de la Xunta en 2009 no fue capaz de dotarse de un liderazgo consistente y la figura de Gonzalo Caballero, que despertaba ciertas expectativas, ha exhibido en la campaña electoral unas prestaciones ínfimas. En el debate a siete se mostró torpe y monótono. Gonzalo Caballero inició su campaña planteándose como objetivo “dar un susto” a Feijóo. Como cuando un niño se esconde tras un árbol, te hace “buh”, te sobresaltas y luego sonríes a la criaturita. Bien, pues si esa era toda su aspiración, su campaña ha sido un éxito.
Así las cosas, es el BNG la única fuerza política que es capaz de ejercer esa fuerza contraria. Desde su derrumbe en las últimas elecciones autonómicas, la apuesta por un equipo rejuvenecido comandado por Ana Pontón ha dado sus merecidos frutos con este resultado espectacular. Frente al androcentrismo escandaloso de otras fuerzas de izquierda que presumen de feministas, el BNG ha sabido además feminizarse con brillantez. Su candidata es consistente, confiable, inteligente, se expresa bien y sabe siempre de lo que habla. En el debate estuvo soberbia, fresca y a la vez con aplomo, a años luz de los demás. Además se rodea de personas brillantes. Hace muchos años trabajé en gestión cultural. De entre aquellos profesionales, un joven programador brillaba sobre todos por su inteligencia y sus conocimientos. Hoy es uno de los responsables de comunicación de Ana Pontón.
Pero no todo el mérito es suyo porque su partido, incluso cuando hacía muchas cosas mal, hacía muchas otras bien.
Elecciones 12J (País Vasco y Galicia)
Los principales datos de las elecciones en Galicia y País Vasco
Mayoría absoluta de Alberto Núñez Feijóo en Galicia. El PP ha ganado en todas las provincias. En el País Vasco, el PNV revalida su mayoría con 31 escaños y, junto con el apoyo socialista, gobernaría en mayoría absoluta.
Galicia es tierra de mitos. Algunos firmemente implantados en el imaginario de todos los gallegos tienen que ver con el BNG. En uno de ellos vemos a ese concejal del BNG que él solo trabaja por siete, que es la mosca cojonera del PP y los pone en más apuros que el resto de la oposición en su conjunto. Ese concejal que está en todas partes, que sabe de todo, indesmayable e incorruptible. El otro mito tiene que ver con la Confederación Intersindical Galega (CIG), el sindicato nacionalista. Sea más o menos verdad hoy, hay algo que todo trabajador gallego, incluso los de derechas, tienen grabado a fuego: si tienes problemas hay que acudir a la CIG. Serán los que luchen por ti, serán los que te defiendan, los que no acepten componendas.
La masa del BNG está formada por militantes y cuadros capaces, formados, combativos e insobornables. Cuadros que dan guerra hasta en el más ínfimo Concello, que están preparados y saben de lo que hablan
Este tipo de ideas compartidas por la generalidad dicen mucho del carácter del BNG y de su implantación en Galicia: lo respetan incluso los que no lo votan. Y en el posicionamiento político del resto de partidos gallegos tiene una enorme importancia el efecto gravitatorio del BNG, que es mucho más poderoso que el que su representación haría pensar y obliga a todos a posicionarse de otro modo distinto al que tendrían si el BNG no existiese. Incluso cuando son minoritarios, sus ideas permean al resto de formaciones y a la sociedad en su conjunto de un modo que ninguna otra fuerza logra.
Esto es así por el efecto de su masa. Si esta es la cantidad de materia que tiene un cuerpo y su magnitud está directamente relacionada con la gravedad que ejerce, la masa del BNG está formada por militantes y cuadros capaces, formados, combativos e insobornables. Cuadros que dan guerra hasta en el más ínfimo Concello, que están preparados y saben de lo que hablan, que dan la cara aunque estén en una posición minoritaria. Cuadros que convierten las ciudades que gestionan en paraísos. ¿Qué otro partido tiene este patrimonio?
Se trata de una fuerza que tiene un proyecto de país claro y que lo defiende sin bandazos ni frivolidades. Una fuerza confiable, seria, que sabe lo que quiere. El futuro es suyo y si consiguen integrar mejor al votante castellano hablante, en breve podrán ser hegemónicos.
TERCERA LEY: PRINCIPIO DE ACCIÓN Y REACCIÓN
Si abrimos un globo, el aire es liberado rápidamente y ejerce una fuerza sobre él imprimiendo su característico movimiento errático antes de deshincharse completamente.
Si el BNG lleva cuatro años haciendo las cosas muy bien, el conglomerado surgido de las llamadas confluencias no ha podido hacerlo peor en cinco. Y si el reto de encontrar algún ítem positivo en la acción gubernamental de Feijóo es grande, buscar una única cosa que esta suma de partidos haya hecho bien es misión imposible.
El resultado, absolutamente cruel y categórico, impugna a toda la generación que protagonizó las confluencias. Todos y cada uno de ellos, también los que ya no están, son juzgados y castigados. Sus comportamientos, sancionados; sus estrategias, censuradas. La condena ha sido absoluta y general y tal demostración de irresponsabilidad colectiva se estudiará durante décadas en las facultades de políticas.
En todos los partidos cuecen habas, pero lo acaecido aquí supera todo lo imaginable
La marca con la que se presentó a las elecciones y que hicieron pública unas semanas antes, como debe ser, ya era en sí misma hilarante. Lo hizo con el pegadizo y sonoro nombre de Galicia en Común-IzquierdaUnida-Podemos-Anova-Mareas, cuyas siglas son ese prodigio mnemotécnico de GCIUPGANOVAMAREAS y que a partir de ahora llamaremos GC-etc. para abreviar. Durante años escuchamos a sus dirigentes decir que “las siglas no eran importantes”. Pues para no serlo, podían pasarse días enteros debatiendo sobre los tipos de letra o sobre las posiciones que ocupaban en los carteles sus respectivos chiringuitos.
Pero, al cabo. El nombre es casi lo de menos. Huelga seguir insistiendo sobre lo que ya dijimos en otras ocasiones. Han sido cinco años de un comportamiento generalizado cainita, ajeno a toda ética, ya no digamos a toda solidaridad interna. Cinco años en que los valores públicamente exhibidos en esas sangrientas disputas internas eran antitéticos al discurso moralizante que se trataba de verter el exterior. En todos los partidos cuecen habas, pero lo acaecido aquí supera todo lo imaginable. Y más inaudito aún es la impudicia con la que se ha retransmitido a la sociedad gallega que ha asistido entre asqueada y asombrada a un permanente festival de miseria.
Han sido cinco años tratando de sustituir la carencia de una idea reconocible y diferenciada para Galicia por pura palabrería, repetición machacona de estereotipos vacíos y una cháchara presuntamente poética que, como el amor, se rompió de tanto usarla. La ausencia de proyecto era ya absolutamente clamorosa y la insistencia en la charlatanería un auténtico insulto a la inteligencia de sus votantes. A quienes formaban parte de las mareas, se les llamó despectivamente “mareantes”. Esto era más una descripción que un insulto.
El 15M ya no despierta emociones más que en cuatro nostálgicos y, con respecto al municipalismo, castigado y derrotado en las urnas tras una gestión mediocre y caótica de la que no queda legado alguno, cuesta trabajo entender cómo se enarbola aún como bandera
En este tiempo, ni una sola iniciativa destacable, ni un solo arañazo a la labor del PP, ni una intervención medianamente útil, fiándolo todo a un inacabable e insoportable opinar sobre todo el campo semántico de la diversidad y la confluencia. Como si estas palabras fuesen un fin y no un medio. Confluimos no para confluir, sino para hacer algo positivo. Pero aquí la mera confluencia ha funcionado como una especie de tótem al que rendir pleitesía y, al tiempo, una excusa para no tener que ocuparse seriamente ni de una sola de las problemáticas que preocupan realmente a la sociedad gallega.
Confluencia, por otra parte, que la infinita sucesión de broncas internas ha cuestionado una y otra vez. Todavía, cuando hasta para el más fanático de los creyentes empezaba a ser evidente que tales términos estaban ya enfangados en el peor de los descréditos, aún algunos hacían énfasis en dirigir la campaña electoral a hacer bandera de la “diversidad”. Esto era vivir en un delirio alucinatorio. En la misma campaña, por cierto, hubo un tímido intento de intentar algo distinto, algo “imaginativo”, intento que fue rápidamente liquidado por asesores que pensaban que era mejor optar por una vía más ortodoxa y obrerista y que las veleidades novedosas podían llevar a la irrelevancia. Visto el resultado, dieron en el clavo una vez más. Todavía en el cierre de campaña se apelaba como única arma a los manidos espantajos del 15M y al “municipalismo”. El 15M ya no despierta emociones más que en cuatro nostálgicos y, con respecto al municipalismo, castigado y derrotado en las urnas tras una gestión mediocre y caótica de la que no queda legado alguno, cuesta trabajo entender cómo se enarbola aún como bandera.
Elecciones del 26 de mayo
Confluencias nunca máis
Hoy, casi cuatro años después de iniciarse aquel proceso de confluencia, la ciudadanía está desilusionada; el debate intelectual, yermo o inexistente; los puentes entre los actores, rotos; la confianza, quebrada; las “alcaldías del cambio”, arrasadas, y la representación institucional casi extinguida.
Quizá se hubiesen salvado los muebles compareciendo con la marca de Unidas Podemos, pero nunca lo sabremos ya. En su lugar se optó de nuevo por el batiburrillo confuso haciendo oídos sordos a lo que era un clamor: estos tiempos demandan partidos confiables, marcas reconocibles, personas que ofrezcan certidumbres en tiempos inciertos. Lo contrario a GC-etc.
A quienes formaban parte de las mareas, se les llamó despectivamente “mareantes”. Esto era más una descripción que un insulto
No merece la pena continuar ni hacer sangre. Tampoco culpar a los actuales candidatos que probablemente no sean los mayores responsables de la hecatombe. Aristóteles pensaba que los cuerpos caían porque volvían a su posición natural. La segunda ley de Newton explica que cuando un cuerpo está en caída libre, crece la aceleración de su descenso hasta alcanzar la velocidad terminal. En esto estaba GC-etc. Y difícilmente alguien podría haberlo evitado. De hecho, es una lástima que algunas personas capaces vayan a ser arrastradas y hundidas en el abismo por la marea que se retira para siempre. Pero, parafraseando a Adorno, los barcos no supieron abandonar la rata que naufragaba.
Hubo un tiempo en que pudo haber un hueco para una alternativa de izquierda no nacionalista en Galicia. Ese tiempo ya pasó y los resultados de hoy solo proclaman lo que ya hace tiempo era una evidencia: es el BNG quien con total justicia encarna la única posibilidad real de cambio social y político. Feijóo vuelve a gobernar pero, de algún modo, la sociedad gallega ha sido sabia y justa, premiando a los mejores y castigando a los mediocres. Las elecciones gallegas dejan también un mensaje para el futuro en clave feminista: dos modelos se enfrentarán dentro de cuatro años. Dos modelos encarnados por dos mujeres de las que saldrá la futura presidenta de la Xunta de Galicia. Dos mujeres que se llaman ambas Ana P.
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Yo creo que más votos llegaron del fracaso de Podemos (la gente ya se canso se ellos en los municipios)-PSOE (el candidato daba 0 confianza, sumado a lo que hace el gobierno en España) que por el bien hacer del BNG. Los que votaban a esos partidos, por no votar al PP, pues votaron al BNG. Leí por encima los programas y los 3 partidos tenían muchas similitudes, por lo que al final votaron al BNG los que no son fans ciegos de los otros 2 partidos.
Boa reflexión en liñas xerais. Discrepo co tema das Mareas. Tirou pola vía fácil e facer leña da árbore caída cunha análise moi simplona. Eu non o centraría na campaña senón no acontecido nestes 4 anos. E sobre o BNG que traballou como ninguén pero o tema da renovación non o vexo como non sexa a figura de Alexandra Fernández. Non é ese un dos seus puntos fortes.
Penso que o mais destacado destas eleccións e a cifra da abstención. Pensar que nun tempo complexo, donde a política debería de ser capaz de dar respostas, a 4 de cada 10 lles de absolutamente igual, é moi significativo do desilusionada e cansada que está a xente.
E por outra banda, non entendo moi ben de que se felicita o BNG. Tantas voltas, tanto esforzo, tanta paixón para acadar o mesmo resultado que Beiras no 97 (daquela, 18). É decir, case que 23 anos despois celebran ser quen foron, e moi probalmente, quen serán. Triste destino.
En realidade , van ser màis do 50 % , cando se conte o voto ausente, pero a quen lle importa iso na esquerda , total os deputados que se reparten son os mesmos ...
Lo asumo. Quizá le pondría flecos, pero es mucho más lo que nos une.
Só falta que o autor viva na Galiza, para palpar a súa realidade. Non basta con decir que é galego. Madrid fundase día a día con galegos. Descurso bonito de leer, pero visión claramente de fóra.
Dende a visión maniquea de Feijóo ata a épica esaxerada do Bng. Algúns acertos, máis non sei a sección galega de O Salto se ten algo que engadir.
Certo. Desculpas pois. Vivindo estas políticas entendo aínda menos as oracións: " (os galegos) Pero tampoco serán capaces de enumerar algo que haya empeorado sustancialmente" "privatiza a cachiños pequenos" "(o PP) Sin escándalos" Algúns todos os días vemos mil exemplo do contrario, dende Verín e a sanidade en xeral, ata o nº de eucaliptos, incendios e o chiringuito de Greenalia, autopistas, compra descarada de períodicos, subvencións para empresas quen xa dispoñen de cartos, destrucción do idioma.. e un longo etc. Esta realidade non se reflexa nesta descripción, por eso erradamente parecíame a min que non atinaba coa percepción galega. Pero vexo sorpendentemente que hai moitas visións das mesma experiencias e vivencias.
Lo que no sabía es que Ana P. iba a dejat la política televisiva en el Grupo A3½ para hacer política tradicional/profesional en Galiza... ヅ