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México
Gustavo Castro: “El narco está presente en cada rincón del país y ya está en Chiapas”
Gustavo Castro estaba en la casa de Berta Cáceres, en Honduras, la noche que esta defensora del pueblo lenka fue asesinada. Casi de milagro esa noche Castro sobrevivió a las balas de los sicarios, y desde entonces sumó a todas sus causas la búsqueda de justicia por el asesinato de Cáceres.
Otros Mundos es la organización social, asentada en Chiapas, a la que este defensor del territorio ha dedicado más tiempo y energía dentro de su activismo. Realmente este mexicano ha creado a su alrededor mundos otros y grandes alianzas entre procesos de resistencia de Mesoamérica. Entrevistado desde el Cauca colombiano, contesta a todos los interrogantes con calma desde San Cristóbal de las Casas. Las dos son regiones golpeadas por la guerra global contra los pueblos, donde abundan las comunidades originarias constructoras de autonomía a la vez que los asesinatos sistemáticos de los líderes que más molestan a la estructura del narcotráfico y el modelo neoliberal. De todo eso hablamos, largo y tendido.
Recibimos varias informaciones del auge de violencia que se vive en la región que habitas: ¿cómo defines en tus palabras la situación actual en Chiapas?
Vivimos un proceso muy acelerado de indicadores de violencia que ya se habían dado desde hace años en otros Estados del país, pero que no se habían dado acá y por lo tanto llaman mucho la atención, pero en realidad ya se ha observado con mucha más fuerza en Zacatecas o en Guanajuato. Lo que sí es cierto es que va a un ritmo muy acelerado, a un ritmo muy difícil de contener y con el que se complica dilucidar cuál es la alternativa para toda esta violencia.
¿Qué había hecho que en Chiapas no hubiera llegado aún todo el peso del narco?
Es muy interesante esa pregunta, porque nos parece que hemos vivido un proceso que se ha ido dando de norte a sur de México. No hay una sola línea que explique cómo hemos llegado hasta aquí, son varios elementos que han ido coincidiendo. El primer elemento: en las últimas décadas ha habido políticos vinculados con el narcotráfico, pero no con la magnitud de la actualidad. Es a partir del Tratado de Libre Comercio en 1994 que esas dinámicas se fueron agudizando porque hubo un quiebre del campo en todo el país. Si el 52% de México era territorio ejidal y comunal, con el TLC ingresaron muchos productos agropecuarios altamente subsidiados de Estados Unidos, el Gobierno eliminó muchos subsidios y apoyos al campo y eso generó una migración impresionante del campo hacia Estados Unidos, un abandono que se agudiza hasta hoy.
Aquí en Chiapas donde todavía el 65% del territorio es egidal y comunal y eso de alguna manera permite que haya habido observación y cuidado del territorio, por las asambleas comunales, indígenas, populares
Otro elemento es que esta pobreza del campo llevó a una migración que también consume droga en el norte del país. Obviamente los cárteles se preguntaban “¿para que transportamos la droga desde Colombia hacia Estados Unidos si podemos consumirlas también aquí en México?”. Entonces México, además de ser paso de droga, se convirtió en un territorio de consumo, los cárteles se instalaron en el consumo e incluso en la siembra de droga, y eso empezó en el norte del país, avanzó al centro y nos va llegando aquí en Chiapas donde todavía el 65% del territorio es egidal y comunal y eso de alguna manera permite que haya habido observación y cuidado del territorio, por las asambleas comunales, indígenas, populares.
¿Qué papel jugó el zapatismo en ese cuidado del territorio?
El levantamiento zapatista generó muchos espacios de control para que no hubiera siembra de droga. Durante el conflicto, entre 1994 y 2005, no hubo tanto narcotráfico porque había mucho control en todo el Estado. Pero poco a poco todos estos indicadores de pobreza, migración, abandono del campo, crisis económica, hicieron que Chiapas llegará a esta violencia indiscriminada donde los cárteles se pelean y disputan territorios para el paso de drogas, para la siembra, se disputan el consumo. Una violencia que creció después de la pandemia, porque se abandonaron físicamente los espacios políticos, culturales, sociales, y el narco fortaleció sus raíces en esos vacíos. Y entonces ya empezamos a ver desplazamiento de comunidades que se encuentran vacías hoy, decapitados, fosas clandestinas, muchos desaparecidos.
Hablamos de narcotráfico, pero no solo nos referimos al negocio de las drogas...
Esa es una característica fundamental: el negocio del crimen organizado pasó a ir más allá de la droga y vio en ese poder territorial la posibilidad de generar más ingresos con otros negocios ilícitos. Entonces vemos extorsiones, secuestros, control de bares, control del transporte del café, de la producción de otras mercaderías, robo de ranchos, de casas, control del negocio de autos robados y la que seguramente es la joya de la corona: el negocio del tráfico de personas indocumentadas, a partir de 2008, cuando se dio la ola de migrantes. Chiapas es el embudo por el que deben pasar todos en su camino hacia Estados Unidos. Y cobran 15.000 o 20.000 dólares para llevarte desde aquí hasta la frontera. Es más rentable que la droga.
La violencia creció después de la pandemia, porque se abandonaron físicamente los espacios políticos, culturales, sociales, y el narco fortaleció sus raíces en esos vacíos
Entonces empezaron a controlar más territorios en muchos sentidos: el territorio geográfico, control de los caminos, los terrenos, las veredas; el territorio social, ellos dicen a qué hora es el toque de queda y ya nadie sale; el territorio de los medios de comunicación, el territorio religioso, ellos controlan la voz de párrocos, obispos, financian fiestas religiosas; el territorio político, el narco no solamente presiona la presidencia municipal sino que accede al gobierno municipal, o sea gana la presidencia, el narcotraficante es el presidente municipal.
¿Ese control ha entrado también en zonas zapatistas, incluso en caracoles?
Sí, por supuesto. Uno de los indicadores más fuertes es que donde había grandes comunidades o espacios controlados por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) ahora hay grandes cárteles y grupos armados. Hay que tomar en cuenta que los dos principales carteles del país, el Jalisco Nueva Generación y el Sinaloa, se están disputando los territorios aquí en Chiapas. En otros Estados ya se han enfrentado al ejército con tanques, con drones, con bombas, están muy bien armados. El EZLN no puede hacer mucho en términos militares contra ellos.
Por ahora el EZLN no se ha planteado confrontar militarmente esos grupos, pero se han creado grupos de autodefensa comunitaria. ¿Cómo funciona esa lógica?
Hasta ahora el EZLN no se lo ha planteado. En realidad, hace mucho que renunció al uso de las armas dentro de su agenda política y entonces eso ha llevado a que algunas comunidades estén abandonando el EZLN, eso es sabido, pero no se suele decir. Pero enfrentar militarmente al crimen organizado sería un suicidio. Ya lo era contra el ejército, más lo es contra el narcotráfico que es impresionantemente violento en la forma en cómo genera terror, miedo y control de la población. Por eso hay tanta migración y tantas comunidades que incluso están vacías cerca de la frontera.
Chiapas es el embudo por el que deben pasar todos en su camino hacia Estados Unidos. Y cobran 15.000 o 20.000 dólares para llevarte desde aquí hasta la frontera. Es más rentable que la droga
La gran pregunta que nos hacemos las organizaciones ahora es esa, ¿qué vamos a hacer?, ¿cómo lo vamos a enfrentar? Y caemos en la contradicción cuando decimos que no queremos la militarización del país, pero todas las organizaciones que se encuentran con esta violencia lo primero que dicen en sus comunicados es “que venga la Guardia Nacional y el Ejército”. Y la verdad es que nadie más que ellos los puede enfrentar. La sociedad civil tiene cuatro opciones: resistir y aguantar en medio de la violencia; desplazarse y abandonar su casa, su terreno; sumarse a ellos sea por dinero o por miedo; y enfrentarlos. Para enfrentarlos tienen que estar armados y entonces se generan algunos grupos de autodefensa comunitaria que pueden lograr expulsarlos de sus territorios, pero no pueden aguantar ese ritmo por mucho tiempo y al final son cooptados por los mismos narcos o por el ejército. Entonces por ahí tampoco se ve la vía de salida. Yo siento que hay una crisis, una desesperación, no sabemos quién ni cómo lo va a detener.
¿Qué forma está teniendo la presencia del Estado en Chiapas?
Hay que tener en cuenta que en Chiapas la presencia del Gobierno en zonas indígenas ha sido muy deficiente o nula. Pero llega un momento en que la influencia del crimen organizado en las estructuras del Gobierno, en las dependencias, es gigantesca.
Primero era el Gobierno, luego eran las empresas transnacionales y ahora es el narco, que ya está controlando el territorio político, económico. Tu luchas contra la minera canadiense Blackfire o luchas contra el monocultivo de caña de azúcar y te encuentras el narco. Ya tienen intereses en los megaproyectos. Sabemos que en todo el país controlan puertos, aeropuertos. Lo que intenta hacer el Gobierno es sacarlos de ese control, militarizando puertos, aeropuertos, pensando que el ejército es obediente, que no es corrupto.
Tu luchas contra la minera canadiense Blackfire o luchas contra el monocultivo de caña de azúcar y te encuentras el narco. Ya tienen intereses en los megaproyectos
¿Cuál es la estrategia de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) contra el crimen organizado?
Yo no justifico la estrategia del Gobierno federal ni creo que le esté funcionando, pero hay que entender las acciones de AMLO como un conjunto de políticas que tratan de solucionar este problema, no enfrentándolo directamente como lo hizo Calderón provocando en México un cementerio con más de 100.000 muertos y desaparecidos, sino que la estrategia es quitarle el agua al pez. Uno de los problemas es que los jóvenes no tienen empleo en las zona campesinas e indígenas, generan demanda de droga, son reclutados por los cárteles por la fuerza o porque les gusta el dinero fácil, dándoles fusiles de asalto a los adolescentes, entonces el gobierno genera un programa que se llama “Jóvenes construyendo futuro” por el que les darán un sueldo a empresas y organizaciones para que les paguen a jóvenes que quieran capacitarse. Claro, alrededor de eso también hay mucha corrupción, pero la intención parece buena. El presidente también dice “le voy a quitar al narco los campesinos que quieren sembrar marihuana y amapola, subsidiando el maíz”, que tampoco lo soluciona todo, pero se entiende la intención. Luego, la unidad de inteligencia financiera está cerrando miles de cuentas bancarias a organizaciones criminales. Y, por otro lado, existe la lógica de ubicar cuarteles militares en todos los rincones del país para atacar de frente, pero eso lleva mucho tiempo, es poco realista. Siendo sincero, yo tampoco sabría cómo hacerlo.
A nivel estructural, la violencia que traviesan países como México o Colombia tienen todo que ver con el negocio global del tráfico de drogas: ¿qué políticas serían necesarias para acabar con ese flagelo? ¿Cómo ves la propuesta de Gustavo Petro, desde Colombia, de caminar hacia una regularización de la cocaína?
Esta ha sido una discusión desde hace muchos años que quizás podría haber sido la solución hace años, pero yo considero que ahora ya no sirve, porque el narco ya rebasó ese escenario, el narco ya no solamente existe en función del tráfico de drogas, tendría que regularizar todas las otras actividades que hemos nombrado antes, en las que el narco tiene mucha más presencia.
El panorama es un poco desesperanzador...
Sí, pero tenemos que buscar la esperanza para seguir adelante. Hay que tomar el toro por los cuernos y buscar alternativas. Muchas de las reflexiones de las organizaciones y movimientos sociales giran en torno a cómo generar autonomía territorial, unidad, protocolos de seguridad familiares, comunitarios, alternativas locales que le permitan a los pueblos y a la gente arraigarse en los territorios para evitar que sean expulsados por el narco. Por eso hemos decidido convocar un reencuentro de movimientos mesoamericanos en resistencia en agosto, tenemos que encontrarnos después de mucho tiempo, existe una falta de agendas comunes.
Exigimos llegar a los autores intelectuales del asesinato de Berta Cáceres porque esa decisión se tomó con toda la mesa directiva que son los dueños de la empresa y son una de las cuatro familias más ricas de Honduras
Para terminar, vámonos al proceso de justicia por el asesinato de la lideresa lenka Berta Cáceres: hasta la fecha nueve personas han sido juzgadas por ese crimen, incluidos ejecutivos de la empresa DESA, ocho han sido halladas culpables... ¿Qué está faltando?
A los primeros siete sentenciados se les dio una pena de 30 años por el asesinato de Berta y 22 por el asesinato en grado de tentativa, que fue mi caso. Eso son los autores materiales, y uno de ellos es el gerente de la empresa. Sin embargo, después seguimos insistiendo y logramos la detención de David Castillo que es el presidente de la mesa directiva de la empresa, pero él es un término medio, no pertenece a la poderosa familia Atala. Lo que estamos exigiendo es llegar a los autores intelectuales porque esa decisión se tomó con toda la mesa directiva que son los dueños de la empresa y son una de las cuatro familias más ricas de Honduras. En la medida en que siga habiendo presión, me parece que sería posible llegar ahí, aunque implicará un esfuerzo mayúsculo porque ya es llegar al centro del poder político y económico hondureño. Se los llamó a declarar, a los hermanos Atala, y no quisieron ir. Habría que presionar hasta el poder judicial para llegar a una familia tan rica como la Atala, pero esa es la idea, que los autores intelectuales sean juzgados. Creo que es una batalla que se puede lograr.
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Con que brutalidad se ven las consecuencias tan nefastas de los acuerdos de libre mercado: Pobreza campesina y expulsión de miles de ellos, incapaces de competir con un agronegocio que acaba quedando se con sus tierras. Si añadimos la presión de los narcos, que juegan a favor de ese poder económico, encontramos un aparato capitalista al que solo se le puede superar con políticas que rompan con el sistema. La autogestión zapatista es un ejemplo excelente de resistencia y poder popular, que inspira a la humanidad.