Terrazas1
Una terraza ocupando una esquina de Malasaña. Elvira Megías

La semana política
Episodio 2021

Casi dos años de pandemia están dejando una sociedad agotada. ¿Es posible encontrar esperanzas para el año que acaba de comenzar?
Pablo Elorduy
1 ene 2022 06:10

Ella trabaja de cara al público, con contrato parcial. Cobra menos de 800 euros mensuales y teme entrar en contacto con positivos porque tiene que seguir vendiendo durante todas las navidades. Ellos han dado positivo y sienten que han perdido la navidad esperando que el siguiente test marcase una sola línea; como se han quedado más de lo esperado en casa, también recelan de que la próxima factura de la luz sea un nuevo atentado en sus cuentas corrientes y lo que más les asusta es que se produzca una llamada del casero con la copla del aumento del IPC. Lo que preocupa a aquellas es que se retrase la vuelta al cole y tener que hacer malabarismos para conciliar la vida; más equilibrismo en un mes de multiplicación de congojas, de positivos y contactos estrechos.

Las frases hechas tienen tendencia a fracasar, a no corroborarse jamás, pero también a seguir rebotando como una bola de pinball en la conciencia colectiva. La paciencia tiene un límite es una de esas frases jamás testada más allá de las subjetividades, de los individuos a los que no se ha puesto límites y comercian con la paciencia de los demás. La paciencia social, de existir, no parece tener límites tras casi dos años de pandemia. Pero si los tuviera, el invierno de 2021 a 2022 es, sin duda, el momento en el que el aguante parece estallar: ¿cuándo se va a acabar esto? es una pregunta y una rabia, algo común pero no colectivo. 

El virus se hace eterno, escribe Amador Fernández Savater, en cuanto las condiciones de un estado de emergencia “infinito, intermitente y de geometría variable” son ideales para que se desarrolle, mute y se proyecte para tapar el futuro.

¿Cuándo se va a acabar esto? Los mensajes institucionales alabando el comportamiento ejemplar de la sociedad comienzan a resbalar por la piel de un cuerpo social que ha cerrado el año angustiado por unas navidades sin la prometida restauración de la normalidad, conteniendo la respiración mientras ve el cohete de la inflación disparado. Que teme que la incapacidad de hacer planes esta navidad sea solo otro rizo más, y no el último, en el bucle que vivimos desde marzo de 2020.

Esta semana, el presidente Pedro Sánchez ha comparecido para hacer el balance de lo bueno y malo, edición 2021, y entre lo que ha dicho es que la pandemia “no ha sido un freno si no un acelerador de la modernización de España”. Aislada, la frase, que queda envuelta en la retórica más bien hueca, que parece ser la obligada en este tipo de acto, funciona como una advertencia. Si la modernización es esto, ¿queremos modernizarnos? Dicho de otro modo, otra vez, ¿cuándo se va a acabar esta broma y vamos a volver a vivir normalmente?

La negación del futuro “modernizado” ha sido uno de los temas del año que acaba de concluir y está siendo una de las melodías de la década, encadenada a la gran dolencia de este tiempo, al menos en occidente: la falta de recursos para afrontar un problema colectivo de salud mental, para afrontar la “pérdida de sentido” de un mundo sin certezas y sin energías suficientes.

La posibilidad de parar el tiempo, materialmente imposible pero comercialmente explotable, da forma a una corriente cultural dominante —que, como todo hoy en día, se estratifica en varias— y, como consecuencia, a opciones políticas en auge. No se trata solo de la nostalgia, “la única distracción posible para quien no cree en el futuro”, como se decía en una película de Paolo Sorrentino, si no de la nostalgia entendida como una credencial distintiva.

Quienes reivindican la nostalgia como motor de acción política se reivindican a sí mismos frente a los demás, ante quienes no estaban ahí antes. Hay una arrogancia cazurra en mirar hacia detrás y no mirar al entorno, a lo que sucede en otras latitudes, en los paisajes de la guerra en curso. La exaltación ñoña del pasado, que comenzó con los inocentes recuerdos del tipo “yo fui a la EGB” o el “florido pensil”, se ha convertido en una especie de bandera para un par de generaciones que enarbolan el mal humor y las actitudes más reaccionarias.  

Nueva esperanza para los desesperados

La principal tarea comunicativa del Gobierno de coalición ante ese tiempo de incertidumbre que da fuelle a la opción reaccionaria, parece ser dulcificar, pintar de colores, la entrada abrupta en “la modernización de España”. Hace tiempo que Sánchez ejerce como el primer coach de las emociones colectivas. Los diez mil millones desembolsados esta semana por la Comisión Europea deben ser la gasolina con la que justificar el discurso motivacional del presidente.

No se puede negar que la demanda de autocrítica, de un examen detallado de las carencias de las medidas gubernamentales —comenzando por el Ingreso Mínimo Vital, terminando por la reforma laboral en proceso de aprobación en el Congreso— choca con uno de los principios que dirigen este momento: la necesidad de esperanza. En un presente en el que hay toda una industria en torno a la urgencia de agarrarse a lo que sea, no es sorprendente que el Ejecutivo se centre en que parezca que todo va mejor de lo que realmente va. Que defienda que la reforma laboral como está presentada es el principio del fin de la precariedad, por ejemplo.

Dice Belén Gopegui en una entrevista en La Marea que la heroicidad exige un apoyo organizativo que hoy está por construir. Esa construcción es la propia esperanza, o el mapa es el camino, como dicen los veteranos de la okupación madrileña. Quizá no sea necesario emplear la retórica del coach para espantar el lenguaje de las pasiones tristes, quizá en el año que acaba de empezar sea posible componer una cultura distinta, nuevos puntos de apoyo, para salir del estado de emergencia y encontrar una normalidad vivible, una normalidad mejorada con respecto a la de febrero de 2019. Porque, al fin y al cabo, otra de las frases averiadas puede ser esa oda a lo cenizo que dice “ten cuidado con lo que deseas”.

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Solo para socias
Solo para socias Nueva carta mensual: “Redactor en crisis”, por Pablo Elorduy
Después de La Semana Política, el coordinador de Política de El Salto regresa a un formato periódico.
La semana política
La semana política Lo que pasó, pasó
Hora de algunas despedidas. Ada Colau tiene difícil volver a ser alcaldesa de Barcelona y la izquierda tiene difícil volver a convocar el espíritu de una época en la que pudieron cambiar muchas cosas.
La semana política
La Semana Política La nave del misterio electoral
La compra de votos en Melilla y otros puntos del Estado agita la última semana de campaña y muestra el auge del conspiracionismo.
Unión Europea
Unión Europea La extrema derecha impone su visión de las migraciones en unas elecciones presididas por el miedo
Los discursos antimigración han protagonizado la campaña en toda la Unión Europea. El Partido Popular de Manfred Weber y Ursula Von der Leyen ha marcado el tempo de sus sucursales nacionales, incluyendo al PP de Feijóo.
Ecología
Ecologismo Las dos caras de Teresa Ribera
La vicepresidenta tercera del Gobierno es la número uno en la papeleta del PSOE para las elecciones europeas.
Lobbies
Lobbies Atlas Network, el think tank ultraliberal que gana terreno en la UE de la mano de la agenda anticlimática
Una investigación de un laboratorio de control corporativo francés revela que una poderosa asociación global de lobistas libertarios empieza a abrir puertas en la UE en el afán de retroceder la justicia social y las políticas ambientales.
Palestina
Genocidio Israel mata a más de 200 personas para liberar a cuatro rehenes
El Estado sionista prosigue con el genocidio en Gaza, atacando campos de refugiados en el centro de la Franja y colapsando hospitales. Tras ocho meses de genocidio, solo hay 15 centros sanitarios parcialmente activos y cinco de campaña.
Artes escénicas
Artes escénicas Las violaciones de Lucrecia: el legado del #MeToo en el teatro
Cuatro siglos después, Lucrecia responde a Shakespeare no con refinadas rimas reales, sino con la dura prosa del testimonio escénico. En el teatro se multiplican las Lucrecias de carne y hueso que cuentan su historia en todos los formatos posibles.

Últimas

Sidecar
Sidecar Mauritania, Mali: guerra y crisis de refugiados en el Sahel
En los últimos meses las tensiones internacionales en Mauritania han amenazado con desbordarse. El origen de las mismas es el colapso de la indisputada hegemonía occidental en el Sahel.
La vida y ya
La vida y ya Preguntas no hechas
No me atreví nunca preguntarles qué había dentro de la frase “no hay nada peor que una guerra y una posguerra”.
Desigualdad
Solidaritat Aprenentatge entre iguals per a garantir el dret a l'alimentació
Justícia Alimentària i ACOEC continuen per tercer any consecutiu amb el seu projecte Entre Iguales. Aquest projecte impulsa la formació de líders comunitàries per fomentar el dret a l’alimentació a la ciutat de València.
La vida y ya
La vida y ya Preguntas no hechas
No me atreví nunca preguntarles qué había dentro de la frase “no hay nada peor que una guerra y una posguerra”.
Más noticias
Entrevista La Poderío
Bethlehem Habboob “Es fundamental llevar el boicot a Israel a lo académico”
Bethlehem Habboob es una activista andaluzo-palestina. Junto al estudiantado, y gracias a las movilizaciones contra el genocidio del pueblo palestino en Gaza, han conseguido que la Universidad de Granada rompa sus relaciones académicas con Israel.
Elecciones
Elecciones europeas Lo verde ya no cotiza al alza: la difícil campaña en Europa para los ecologistas
El grupo de los verdes podría perder en estas elecciones europeas un tercio de sus eurodiputados y pasar de cuarta a sexta fuerza en el Parlamento Europeo.
Italia
Italia Meloni proyecta su modelo ultraderechista sobre Europa
Todas las encuestas indican que Hermanos de Italia se impondrá en las elecciones a la Eurocámara con un 27% de los votos. Su líder se presenta como cabeza de lista en los comicios, aunque renunciará a su acta.
Deportes
Escalada Escalada libre de gordofobia y violencias, ¿es posible?
Desde los trastornos alimentarios que afectan a las profesionales hasta las miradas críticas que impiden que personas nuevas en el deporte se inicien. ¿Qué se puede hacer para que la escalada se llene de cuerpos diversos?
Desokupa
Fascismos La denuncia contra Llados y el lavado de cara de la ultraderecha
Es indignante cómo en muchísimos medios de comunicación se ha hablado de la denuncia obviando ese pequeño dato de que son fuerzas fascistas las que la llevan adelante.

Recomendadas

Migración
Migraciones Hein de Haas: “Hay que hablar menos de inmigración y más de los problemas socioeconómicos”
El libro 'Los mitos sobre la inmigración' (Península), de Hein de Haas, pretende los prejuicios que asfixian el debate e impiden emprender políticas migratorias coherentes y humanas.
Elecciones
Elecciones europeas Serigne Mbaye: “Si llego, voy a estar en el Parlamento y en la calle. Si no llego, sigo a pie de calle”
El exdiputado madrileño se presenta en las elecciones europeas en el puesto número cuatro en la lista de Podemos. En esta entrevista habla de los cambios que están teniendo lugar en Senegal, su país de origen.