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El mismo día en que se conoce el más que probable abatimiento de un venado criado en comunidad por vecinos y vecinas de la aldea zamorana de Linarejos, la Xunta de Galicia ha decidido dar barra libre a la caza de jabalís en el 80% de su territorio. El eufemismo empleado es “emergencia cinegética” y, desde este sábado, la Administración gallega ha decidido, de facto, dejar en manos de los cazadores el control biológico de una especie salvaje. El Gobierno gallego los autoriza a cazar jabalís “sin límite” en un total de 248 municipios. Esta decisión, supuestamente provisional pero recurrente en la historia reciente, estará activa hasta el 25 de febrero de 2024, cuando se cierra la temporada de caza.
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Este “excepcional recurso” puede ser empleado en respuesta al riesgo que según el Gobierno gallego representa para la ganadería y la agricultura, así como para prevenir accidentes de tráfico. Se considera “un complemento” a la caza regulada para llevar a cabo medidas de control debido a los daños causados. En este sentido, la Xunta ha autorizado la captura o eliminación de ejemplares de ambos sexos, “con prioridad en las hembras adultas y subadultas de cualquier edad”, especialmente señaladas las crías.
La Administración gallega ha decidido, de facto, dejar en manos de los cazadores el control biológico de una especie salvaje
Aunque se utilice ese adjetivo, la medida no es excepcional. Esta es la tercera vez que se declara una emergencia cinegética en Galicia, habiéndolo hecho previamente en 2019 y 2021. Según el Gobierno gallego, esta medida se ha implementado después de recibir un total de 4.048 informes sobre daños durante la temporada que abarcó desde el 1 de agosto de 2022 hasta el 31 de julio de 2023. Durante este período, se capturaron 19.000 ejemplares y esta cifra va en aumento. De hecho, ni la Xunta ni el Estado tienen un censo oficial que haga una estimación de la cantidad de individuos en la Península Ibérica. Unos datos que se revelan básicos para tomar las decisiones más acertadas.
¿Qué dice realmente la comunidad científica?
A pesar de que la medida de supuesto control ha sido anunciada como consensuada y ateniéndose a criterios estrictamente científicos, nada más lejos de la realidad: “Evidentemente esto es un parche. Los cambios que se pretenden son extremadamente complejos. No es solo un factor que haga incrementar las poblaciones, esta situación está ligada a los cambios estructurales de nuestra sociedad en los últimos decenios”, apunta Adolfo Cordero, catedrático de Ecología y Biología Animal de la Universidade de Vigo. “Pegarle tiros a los jabalís no va a solucionar nada”, añade.
De hecho, la contradicción del Gobierno gallego del Partido Popular, heredero de una política ambiental creada durante la época de Alberto Núñez Feijóo como presidente, es evidente. Absolutamente todos los trabajos académicos que abordan la proliferación del jabalí destacan la falta de depredadores como principal causa. El suyo es el lobo. En cambio, la Xunta de Galicia ha rechazado en multitud de ocasiones su inclusión en el Listado de Especies en Protección Especial (Lespre).
“En los lugares donde se han ido eliminando los depredadores tienen el mismo problema. No hay lobos que puedan mantenerlos bajo control”, explica el catedrático de Ecología, Adolfo Cordero
El problema poblacional del jabalí es recurrente en todo el mundo y el Estado español no es una excepción, dada su enorme adaptabilidad a los cambios ecosistémicos que produce el ser humano: “En la mayoría de los lugares donde se han ido eliminando los depredadores tienen el mismo problema. No hay lobos ni otras especies que puedan mantenerlos, digamos, bajo control”, añade el catedrático de Ecología. El despoblamiento rural y la pérdida de uso tradicional de las tierras para agricultura o ganadería no hace sino brindarles un mayor espacio para su expansión. Hasta que llegan a las ciudades.
Según el resto de fuentes académicas consultadas por El Salto, el biólogo Xosé Pardavila es probablemente uno de los especialistas que más ha trabajado con las poblaciones de jabalí como consultor. Su opinión está en las antípodas de la de los gobernantes gallegos: “La Xunta no tiene ningún dato objetivo. Se están tomando decisiones en base a percepciones absolutamente sesgadas”. No le falta razón. Uno de los grandes condicionantes que han sido antesala de esta decisión ha sido la aparición de varios grupos de animales en ciudades como A Coruña: “Parece que cuando las cosas ocurren en la urbe son excepcionales. Esto es una falacia porque ha coincidido, además, cuando han comenzado las batidas”.
Una visión cortoplacista
Ambas voces acreditadas critican la falta de escucha de la Administración a la comunidad científica en favor del sector cinegético. De hecho, la prensa conservadora ha dado un espacio prioritario a las opiniones de la cúpula de la Federación Galega de Caza. Ha instrumentalizado el cargo como profesor en la Facultade de Veterinaria de la Universidade de Santiago de Compostela de su presidente, Luis Eusebio Fidalgo, para dar una apariencia de consenso científico en lo que subyace a la decisión.
De hecho, en los análisis hegemónicos y supuestamente científicos publicados se ha obviado un factor que organizaciones animalistas como la Fundación Franz Weber han puesto sobre la mesa: “Liberalizar la caza de jabalís generará un efecto rebote poblacional. La única alternativa que se ofrece es sembrar los montes de plomo, lo que generará más camadas antes de tiempo y un mayor número de jabalíes durante los próximos años”. Y lo mismo opinan científicos como Pardavila: “Es muy básico en ecología. Este tipo de especies, al igual que los ratones, tienen muchas crías para contrarrestar grandes mortandades. Un descenso poblacional drástico puede reactivar procesos reproductores y aumentar el número anual de celos”.
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Quizás por esa recurrencia en las medidas cortoplacistas del Gobierno gallego en lo que a preservación de la biodiversidad se refiere, haya tenido más repercusión mediática el abatimiento del ciervo Carlitos, un venado de ocho años y cornamenta de catorce puntas, al que vecinos y vecinas de una aldea de la zamorana Sierra de la Culebra habían alimentado desde pequeño. Carlitos, desde temprana edad, era un ciervo manso que solía visitar el pueblo de Linarejos para pasear y alimentarse. Nunca ocasionó problemas significativos, a excepción de ocasionalmente golpear algunos árboles para obtener fruta. Hace algunas semanas, trascendió una denuncia anónima que expresaba preocupación por el macho, a pesar de que siempre había sido dócil según los habitantes locales.
La Junta de Castilla y León, entidad a cargo de la reserva de caza en la que se encontraba Carlitos y gobernada por PP y Vox, decidió incluirlo como una pieza apta para la caza
La Junta de Castilla y León, la entidad a cargo de la reserva de caza en la que se encontraba Carlitos y gobernada por la coalición de Partido Popular y Vox, decidió incluirlo como una pieza apta para la caza. Los residentes de la zona frustraron un intento inicial de cacería y suplicaron que se le perdonara la vida al animal. Incluso lograron recolectar 54.000 firmas online, lo que equivalía a aproximadamente un tercio de la población provincial. Sin embargo, no pudieron evitar que Carlitos fuera finalmente cazado. Al amanecer del pasado martes, encontraron el cuerpo del venado sin una de sus patas traseras, sin su cornamenta y sin parte de su cabeza en el paraje de Ramisqueo, cercano al casco urbano de esa aldea.
No obstante, la Junta de Castilla y León ha argumentado que no es posible determinar con certeza si el ciervo fallecido era realmente Carlitos. Los residentes afirman haber reconocido al animal a través de las marcas presentes en una de sus orejas y en su cuerpo.